Hace hoy 30 años, a las 8:32 de la mañana del 18 de Mayo de 1980, el vulcanólogo de la U.S. Geological Survey, David Johnston, encargado de tomar medidas rutinarias de la actividad sísmica del volcán Mt St Helens a unos 8 kilómetros al noroeste de la cumbre, gritó por la radio:
Un momento después, un muro de rocas, hielo y árboles a más de 800 km/h se lo llevó por delante en lo que sería la mayor avalancha jamás registrada.
Su cuerpo nunca fue encontrado. Irónicamente de todos los vulcanólogos presentes en el área, Johnston fue el único en advertir que si el volcán entraba en erupción, en lugar de una columna vertical convencional, se podría producir una explosión lateral que reventara y colapsara la ladera.
Su cuerpo nunca fue encontrado. Irónicamente de todos los vulcanólogos presentes en el área, Johnston fue el único en advertir que si el volcán entraba en erupción, en lugar de una columna vertical convencional, se podría producir una explosión lateral que reventara y colapsara la ladera.
Tras un par de meses con cientos de pequeños terremotos, un terremoto de 5.1 grados una milla por debajo del volcán hizo que la cara norte del St. Helens se viniera a abajo. Ello liberó súbitamente los gases atrapados en el interior del volcán como un corcho al salir de una botella de champán agitada.
La energía liberada, equivalente a unas 27.000 bombas atómicas de Hiroshima provocó la mayor catástrofe volcánica de la historia de Estados Unidos
La montaña perdió 400 m de su cima y pasó de ser hasta entonces la 9ª más alta del estado de Washington al puesto 30º.El volumen desplazado por la avalancha fue de 2,9 km3. Las intensas presiones y temperaturas hicieron que más del 70% de la nieve y los glaciares de la montaña se fundieran.
Pese a haber desde hacía unos meses un área de exclusión alrededor de la montaña, al menos 57 personas murieron (aunque se cree que pudo haber otras personas que no fueron encontradas). Fueron destruidos 250 casas, 47 puentes, 24 kilómetros de ferrocarril y 298 km de carreteras.
Pese a haber desde hacía unos meses un área de exclusión alrededor de la montaña, al menos 57 personas murieron (aunque se cree que pudo haber otras personas que no fueron encontradas). Fueron destruidos 250 casas, 47 puentes, 24 kilómetros de ferrocarril y 298 km de carreteras.
Pero, sin desmerecer en absoluto estos grandes daños que son analizados en cientos de otros blogs, quedémonos por un momento con los daños que un evento de semejantes proporciones causó en las abundantes masas forestales circundantes... LEER MÁS.
En solo tres minutos, la explosión y el aire desplazado por la avalancha tumbó 60.000 hectáreas de bosque al norte de la montaña.
Derribos masivos por efecto de la erupción y avalancha del Mt. St Helens.(USGS/J. DeVine/via Big Picture)
Masas forestales derribadas por la explosión lateral del Mt. St. Helens. Nótese a partir de la disposición de los árboles caídos, como el flujo de aire siguió el contorno del relieve y como los árboles protegidos tras la cumbre rocosa se mantienen en pie. Tomada 22/8/1980 cerca de North Fork Toutle River. (USGS/Lyn Topinka/via Big Picture)
Miles de árboles derribados en la cuenca del North Fork Toutle River (AP Photo/USGS, Lyn Topinka/via Big Picture)
Los densos bosques previos a la erupción estaban formados por encima de los 1.200 m de altitud por fustales poco intervenidos de Abies amabilis y Tsuga mertensiana con diámetros en el rango de 75-150 cm y alturas que sobrepasaban los 40 m y llegaban a los 70. Las zonas más bajas, objeto de una mayor intervención para el aprovechamiento maderero estaban formadas por masas densas de Pseudotsuga menziesii o Tsuga heterophylla.
Los derribos causados por el gigantesco golpe de aire caliente afectaron totalmente a casi 40.000 hectáreas.
En los márgenes de este área hubo otras 12.000 hectáreas donde la fuerza del aire no fue suficiente para derribar el arbolado pero si para abrasar los árboles con un enorme flujo de aire con temperaturas entre 100 y 350ºC.
Además otras 95.000 hectáreas fueron cubiertas de cenizas y tefra que en algunos lugares llegó a alcanzar un metro de espesor. En la mayor parte de estas áreas al menos todas los brinzales de menos de 5 años murieron.
Miles de árboles derribados en la cuenca del North Fork Toutle River (AP Photo/USGS, Lyn Topinka/via Big Picture)
Los densos bosques previos a la erupción estaban formados por encima de los 1.200 m de altitud por fustales poco intervenidos de Abies amabilis y Tsuga mertensiana con diámetros en el rango de 75-150 cm y alturas que sobrepasaban los 40 m y llegaban a los 70. Las zonas más bajas, objeto de una mayor intervención para el aprovechamiento maderero estaban formadas por masas densas de Pseudotsuga menziesii o Tsuga heterophylla.
Los derribos causados por el gigantesco golpe de aire caliente afectaron totalmente a casi 40.000 hectáreas.
En los márgenes de este área hubo otras 12.000 hectáreas donde la fuerza del aire no fue suficiente para derribar el arbolado pero si para abrasar los árboles con un enorme flujo de aire con temperaturas entre 100 y 350ºC.
Además otras 95.000 hectáreas fueron cubiertas de cenizas y tefra que en algunos lugares llegó a alcanzar un metro de espesor. En la mayor parte de estas áreas al menos todas los brinzales de menos de 5 años murieron.
Uno de los sectores de la economía más afectados fue el de los aprovechamientos madereros. Solo la empresa Weyerhaeuser perdió más de 24.000 hectáreas de su patrimonio forestal. La madera que esta empresa hubo de cortar y sacar hasta noviembre de 1982 hubiera sido suficiente para construir 85.000 casas de tres habitaciones. Además, campamentos de leñadores, cargaderos, maquinaria y edificaciones fueron arrasados.
Camion de madera y skidder cubiertos por la ceniza en uno de los campamentos forestales de Weyerhauser.(USGS/J. DeVine/via Big Picture)
Se estima que de los 57 muertos oficiales al menos 10 eran trabajadores forestales. La desgracia hubiera sido mucho mayor si la erupción hubiera tenido lugar unas pocas horas después ya que debido al levantamiento de las áreas de exclusión se esperaba que decenas de trabajadores forestales se reincorporaran a sus labores.
Más de 18 millones de árboles fueron plantados en casi 20.000 hectáreas y en otras 10.000 fueron sembradas diversas mezclas de gramíneas y leguminosas con escasos resultados. La experiencia fue demostrando que la supervivencia de las nuevas plantas aumentaba drásticamente si al plantar se removían y apartaban las cenizas y las raíces se situaban directamente sobre el suelo original.
En 1982, el Congreso declaró el área alrededor del Volcán como el Mt. St. Helens National Volcanic Monument. Un área de unas 44.500 hectáreas ha sido preservada integramente para que vaya recuperándose sin intervención humana.
Referencias:
Camion de madera y skidder cubiertos por la ceniza en uno de los campamentos forestales de Weyerhauser.(USGS/J. DeVine/via Big Picture)
Se estima que de los 57 muertos oficiales al menos 10 eran trabajadores forestales. La desgracia hubiera sido mucho mayor si la erupción hubiera tenido lugar unas pocas horas después ya que debido al levantamiento de las áreas de exclusión se esperaba que decenas de trabajadores forestales se reincorporaran a sus labores.
Más de 18 millones de árboles fueron plantados en casi 20.000 hectáreas y en otras 10.000 fueron sembradas diversas mezclas de gramíneas y leguminosas con escasos resultados. La experiencia fue demostrando que la supervivencia de las nuevas plantas aumentaba drásticamente si al plantar se removían y apartaban las cenizas y las raíces se situaban directamente sobre el suelo original.
En 1982, el Congreso declaró el área alrededor del Volcán como el Mt. St. Helens National Volcanic Monument. Un área de unas 44.500 hectáreas ha sido preservada integramente para que vaya recuperándose sin intervención humana.
Referencias:
- Mount St. Helens, 30 years ago - Boston.com - The Big Picture.
- Ecosystem Responses to the Eruption of Mt St Helens - Franklin et. al - National Geographic Research - 1985
- The many faces of Mt St Helens. A native Washingtonian's look at the reawakening of Mount St. Helens
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