Quien a buen árbol se arrima...

martes, 26 de enero de 2016

Plantar árboles: Eso que nos diferencia.

imagen: USFS Region 5  -  Seedling Planting (flickr)
[Traducción Libre del Post "Planting Trees: a thing that sets us apart." del Prof. Chris Brack (ANU)]

Se han hecho muchos intentos para distinguir a los humanos del resto de animales. El uso de herramientas fue una opción prometedora hasta que se observó a pájaros y simios usar piedras y palos como útiles básicos para abrir conchas u hormigueros. Se consideró también el lenguaje hasta que se comprobó que había primates que podían aprender un vocabulario significativo con lenguaje de signos. Quizá la respuesta fuera el cultivo, pero se pudo comprobar como las hormigas cultivan hongos en sus hormigueros. Ni siquiera enterrar a los muertos ya no se percibe como un comportamiento únicamente humano.
Entonces, ¿qué acción nos hace a los humanos significativamente diferentes? 

Sugiero que la diferencia fundamental es la tendencia humana a plantar árboles. Si, plantar árboles, pero no simplemente como una cosecha o por los frutos y la madera que puedan producir. Los animales necesitan hacer cosas para garantizarse comida y refugio. Los humanos también, pero plantar un árbol es mucho más.

Cierto es que las ardillas recogen frutos y los almacenan. Si esos frutos y semillas son olvidados o dejados suficiente tiempo en oscuridad y humedad pueden germinar pero esto realmente no es plantar un árbol. Las aves y los insectos son vitales en el ciclo de los nutrientes del que se aprovechan los árboles, pero eso no es plantarlos.

Foto: Andy Maluche (flickr)
Cuando un humano planta un árbol, no puede evitar que sea un gesto simbólico. Se necesita ser consciente de la escala temporal y de que estás mandando una señal hacia el futuro prometido. Es un gesto de esperanza. Debes ser consciente que el acto de plantarlo es para beneficio de aquellos que vienen detrás de ti: tu familia, tus hijos o nietos, tus vecinos, los otros animales de tu entorno.

Los humanos tienen la capacidad de prever y planificar para su futuro, incluso más allá de su propia muerte. Tenemos como especie, la necesidad de actos de fe, actos de renovación, confirmaciones rituales de continuidad que se alcanzan simultáneamente en el momento de plantar un árbol. 

Incluso plantar frutales es más un acto simbólico que hacerlo con cultivos anuales como el trigo o el arroz.  Puede que tu única intención sea consumir el producto del árbol, pero eso no pasará hasta algún periodo futuro.

Un futuro alejado, aunque sea solo unos años, que has imaginado, que has esperado y que has creído que puedes provocar. Un futuro de paz y justicia suficiente para permitir que tu y tus hijos disfrutéis de los frutos de ese trabajo. Un futuro que puede incluir la calmada contemplación mientras te sientas bajo la sombra y en el confort de la copa en desarrollo. Un futuro en armonía con la naturaleza y las abejas haciendo sus labores. Un futuro que podría incluir incluso una casa en el árbol o, al menos, la aventura y drama de la trepa de árboles. Un futuro que estás activamente trayendo a la existencia.

¡Que adecuado es que se planten árboles en nuestros espacios cívicos para simbolizar el recuerdo, la nacionalidad, o los vínculos entre ciudades y países, o la paz!. Los árboles son una analogía de la paz y para muchos humanos el plantar un árbol es una de las cosas más esperanzadoras que cualquiera pueda hacer.

Es plantar estos símbolos lo que nos diferencia.

Si no has plantado un árbol y mirado hacia el futuro entonces no sabes lo que es ser verdaderamente humano.





1 comentario:

@Fuego_lab dijo...

Poesía, ciencia, antropología y filosofía en una entrada forestal...no está nada mal. Enhorabuena, brillante reflexión.

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